En el Día Internacional de la Democracia, el doctor Carlos Hakansson, docente de la Universidad de Piura, realiza un análisis de la hoy debilitada democracia peruana y esboza propuestas para reforzarla.
Por Koko Zavala. 15 septiembre, 2020.
El doctor Hakansson, profesor de la Facultad de Derecho de la UDEP, sostiene que la democracia no solo es el ejercicio de libre elección de las autoridades políticas, sino un permanente cumplimiento y vigencia del estado de derecho, la seguridad jurídica, el respeto y garantía a los derechos humanos, y a la independencia e inamovilidad de los jueces.
Refiriéndose al estado actual de la democracia peruana, señaló que luego de casi veinte años de procesos electorales continuos, el Perú debería contar con un patrimonio político, compuesto por expresidentes de la república que contribuyan con su experiencia cuando sean convocados por el jefe de estado para discutir temas de interés nacional.
Se trata de un capital que forma parte de la historia reciente y pilares de la institucionalidad y sucesión democrática. No es saludable para la democracia que desde fines de los años ochenta hayamos caído en un espiral de cuestionamientos de tipo penal a todos los jefes de estado, complicando la posibilidad de que broten los valores y el aprecio ciudadano a un sistema que promueve la libre elección de sus autoridades políticas.
Igualmente, al referirse al legislativo, sostuvo que resulta preocupante el sistemático cuestionamiento a las competencias parlamentarias para fiscalizar y ejercer su autonomía funcional: “sin Congreso no hay democracia”, indicó.
El constitucionalista señalo que el principal esfuerzo que hace falta realizar para fortalecer la democracia debe estar orientado a renovar la conexión de la ciudadanía con los partidos políticos para el ejercicio de su representación y discusión de los temas que promuevan el bien común. “Si la familia es la célula básica de la sociedad civil, los partidos son su equivalente para la clase política”, anotó.
La necesidad de organización y democracia interna, clara defensa y promoción de sus ideas como una mejor opción política de cara a los próximos procesos electorales son fundamentales; sin embargo, se trata de una dinámica que se sostiene gracias a sus líderes y, en segundo lugar, a su debida regulación e inscripción, señala el catedrático.
“La vida de un partido yace en sus líderes y militantes. La crisis de una clase política se produce por la ausencia de líderes formados tempranamente en las tiendas partidarias. Su carrera de vida en la cosa pública, comenzando como regidor municipal, alcalde, alto funcionario, gobernador regional, parlamentario, ministro, etcétera, permite la conformación de cuadros preparados e identificados con una ideología que brinda coherencia en su trabajo y acciones”, acotó.
